La
discografía de Neil Young es extensa; cerca de sesenta álbumes entre trabajos
de estudio, directos, bandas sonoras y recopilatorios. Algunos de ellos
sintetizan sus momentos cumbres mientras otros los momentos más bajos, tanto en
lo personal como en lo compositivo; otros son poco o nada apreciados por el
propio artista pese a gozar del beneplácito de los fans – y esto me trae a la
memoria el dichoso ‘Time Fades Away”, que no acaba de reeditar en vinilo pese a
las promesas recientes de hacerlo (por fin conseguí hacerme con una edición
original en vinilo, que mis euritos me ha costado)- y algunos poco apreciados
por los fans pero que gozan del beneplácito del artista; aunque creo que
estaréis conmigo en que su discografía está entre las más solidas del rock and
roll.
Proyectos
como Homegrown o Chrome Dreams I quedaron depositados en los baúles
definitivamente por distintos motivos: no era el momento más apropiado para
publicar un álbum de cariz folkie o porque la inspiración había salido de
momentos descarnados, demasiado dolorosos en los que no convenía abundar. Se
buscaron los momentos más precisos, y aunque aquellos álbumes no fueron
publicados como habían sido concebidos, sirvieron para nutrir de material a
otros que con el tiempo irían apareciendo para nuestro placer y disfrute.
Hawks & Doves es uno de ellos; es un
álbum que compila temas en los que el músico se resarce del dolor por el amor
perdido –Carrie Snodgress-, la pérdida irrefutable de un queridísimo compañero
de fatigas –Danny Whitten- o la asunción de una situación familiar complicada
–el nacimiento de su segundo hijo-, en tono cercano e intimista; cuyo argumento solo se disipa en tonadas de sabor country festivo como Union Man y Comin’ Apart At Evey Nail, en las que el rumbo vira
desde los sentimientos hacia el compromiso personal y político. Baladas
sórdidas como Lost In Space o el
remake del tema tradicional ‘Blind Fiddler’ bautizado como Captain Kennedy son piezas fundamentales en el puzzle, cristalizando en ellas la esencia triste del álbum, sobre la que solo es capaz de
proyectar un haz de luz el violín de Rufus Thibedeaux desde el arranque de Stayin’ Power.
Hawks
& Doves es un álbum homogéneo en sensaciones que se recrea en la amargura y
que pese a estar conformado por material de distintas procedencias forma un
ente propio; es el eslabón plateado de la cadena dorada que conforma la obra discográfica
del fantástico músico canadiense.
Por
distintas cuestiones voy a estar fuera de servicio unos días. Sed felices y
disfrutad de las vacaciones, si las tenéis, o del tiempo libre que nos dejaran
estos días.
1 comentarios :
Un muy buen disco que no me preguntes porque nunca recuerdo, como si fuese necesario que me tropiece con el para recordarlo y pincharlo.
Yo también salgo unos días.
A disfrutar y un abrazo.
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