Bienvenidos
al show minimalista, en el que los fuegos de artificio y los efectos visuales
brillan por su ausencia, en el que las muñecas hinchables o el fuego de cañón
no aparecen para invitar a una velada de disfrute familiar, como si de un
parque temático se tratase. El rock and roll siempre ha sido un espectáculo, en
el que la actitud de los interpretes pone su contrapunto; pero aquí, en If You Want Blood (You’ve Got It), lo
fundamental es la música y ésta se sirve a máxima intensidad, el watiaje se
masca en el ambiente mientras los altavoces vomitan toneladas de decibelios.
Angus
Young creo que nunca fue un guitarrista de técnica excepcional, en comparación
con los grandes arpistas del hard rock de los 70-80; pero antes de repetir
miméticamente las mismas posturitas sobre el escenario noche tras noche, hubo
un tiempo en el que con licks de guitarra de inspiración stoniana, el
potenciómetro del amplificador a tope y recorriendo el escenario hasta la
extenuación nos hacía sentir cada nota que salía de su SG. Bon Scott ejercía de
maestro de ceremonias, conjugando la potencia de las guitarras con la
procacidad de su voz, haciéndonos ver entre líneas de las estrofas que
desgranaba que AC/DC eran una banda al servicio del rock and roll. Malcolm,
corazón de la banda en la sombra, Phil y Cliff, sustentaban con vehemencia, entre
una vorágine de riffs y patrones, la sección rítmica de un combo que relucía en
cada concierto.
Es
curioso y paradójico que un disco como If
You Want Blood (You’ve Got It), concebido siguiendo los requisitos de la
mercadotécnica de la industria musical de la época para divulgar el repertorio
de una banda que hasta el momento era menormente conocido para el resto del
mundo que en su Australia adoptiva, hoy día nos recuerden unos tiempos en que
AC/DC era sinónimo de rock vivido con sentimiento y a la máxima potencia; no
como una patente comercial creada al servicio de la industria del
entretenimiento.

Nunca
regresaran aquellos años, tampoco los quince con los que vivimos ávidamente
cada estrofa contenida en el álbum, pero siempre nos quedará If You Want Blood (You’ve Got It) para
recordarnos una época en la que estábamos seguros de que tanto el rock and roll
como AC/DC nos continuaría proporcionando gratas sorpresas.