Es
de agradecer, en una ciudad de provincias como ésta, tener gente como la de la
Cueva del Jazz, que tanto ha hecho y sigue haciendo por la difusión de la
música; muchas veces obteniendo poca rentabilidad para lo que realmente se
expone. Me consta que son unos enamorados de la música, y aunque la sala sea su
medio de subsistencia, la programación –con las limitaciones que impone estar
ubicados en un lugar ciertamente alejado de las rutas habituales- está hecha
con mimo, con buen criterio y siempre pensando en agradar al público, y el
pasado viernes noche han conseguido hacerlo otra vez.
Desde
que tuve noticia –allá por finales del verano pasado- de que la gira de Moreland & Arbuckle recalaría por estos lares y consciente de que su música
está enraizada con la tradición musical pura de su Arkansas natal, no he cesado
de darle vueltas tanto a 7 Cities
como a 1861, con el objetivo de
llegar a tararear sus canciones y prolongar el deleite que produce un baño de
los sonidos del sur profundo, en vivo y en directo. Aunque, en cuanto a mi las
cosas estaban bastante fáciles a nivel de satisfacción –como amante del
subgénero que soy- los tres de Wichita consiguieron encandilar a la
concurrencia a la primera y metérsela en el bolsillo con esa amalgama de blues
y rock construida a base de slide y armónica, que despide por doquier los
aromas del Delta de Mississippi, aquellas esencias en cuya perpetuación tanto
han tenido que ver nombres como los de Arthur Crudup, Bukka White o Jimmy Reed.
Pertrechado
de Les Paul o de caja de puros con mástil y cuatro cuerdas, siguiendo el estilo
de construcción empleado por otros luthiers actuales como Seasick Steve, Aaron
Moreland se encargó con el apoyo más que estimable de Kendal Newby a la
batería, de crear con acordes abiertos y slide, la base rítimica sobre la que
Dustin Arbuckle dibujó soplando la harmónica melodías impregnadas de los
gruñidos con los que James Cotton o Howlin’ Wolf crearon estilo.
El
ambiente se fue templando in crescendo,
mientras Moreland & Artbuckle iban desplegando su amplio repertorio
compuesto por los temas de los cinco álbumes de estudio publicados hasta la
fecha - Caney Valley Blues (2005), 1861
(2008), Flood (2010), Just A Dream (2011) y 7 Cities
(2013)-, entre los que pudimos escuchar Quivira, The Devil & Me, Tall Boogie, Gonna Send Back To Georgia o Stranger That Most junto a algún avance
de lo que se contendrá en su próximo trabajo discográfico –cuyo título no
transcendió-, que en breve comenzarán a grabar.

2 comentarios :
Tengo una cantidad de deudas pendientes con el Jazz flipantes. He de ponerme pero ya. Lo que pasa es que a uno se le acumula el trabajo con tanta bandaza.
Ponte manos a la obra... Estas perdiendote la tercera dimensión...
Un abrazo.
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