agosto 18, 2014

Aretha en el Fillmore californiano.

Hay que reconocer que cualquiera de los álbumes nacidos bajo el auspicio y en cualesquiera de las salas del promotor de conciertos Bill Graham tiene un sabor especial. El saberse rodear de los solistas, de las bandas más punteras del momento formó parte, sin duda, del secreto de su éxito empresarial, y aunque el auge y caída del rock and roll, propiciaron la gestación y posterior caída de un imperio musical como éste; nos han quedado fantásticas grabaciones en cuyo título figura añadida la frase At Fillmore East, At Fillmore West, At Winterland… Uno de los que ronda últimamente por la mesa de mi estudio, intercalando escuchas con el montón que siempre tengo pendiente, es Aretha Live At Fillmore West.

Sin dejar de lado el placer que siempre me produce la escucha de I Never Loved a Man the Way I Love You, tengo que decir que la espontaneidad, el alma, el sentimiento de las que es contenedor este directo, dotan a el álbum de la capacidad –o al menos conmigo lo consigue- de regenerar el espíritu eliminando malas vibraciones. La voz de Lady Soul, firme, nítida, hilarante y plena, acompañada en los coros por las voces de Margaret Branch, Brenda Bryant y Pat Smith revive instantáneamente la sensación y el placer de estar disfrutando de los oficios dominicales en la iglesia baptista, aunque las letras que Aretha recite melódicamente tengan un contenido mucho más mundano que divino.

Si el aspecto vocal no deja fisuras en este conjunto de temas aun menos ocurre esto en el aspecto musical, pues bajo la dirección artística de Jerry Wexler, Aretha se hizo rodear, aquellas noches del 5 y 7 de febrero de 1971 en el Filmore West de San Francisco, de un plantel de músicos de color bien engrasado y curtido en soul; integrado fundamentalmente por la banda del saxofonista King Curtis, entre la que sobresalen además de la figura del propio Curtis al saxo tenor, las contribuciones de Billy Preston a los teclados y la de los Memphis Horns en los metales.

Escuchar a la ‘Diva de Memphis’ en lo más variado de su repertorio es siempre emocionante, desde que en los primeros compases suena el clásico e imprescindible Respect de Otis Redding, pasando por las propias composiciones –concebidas al alimón con su ex marido, ex trompetista Ted White – como Dr. Feelgood o Spirit in The Dark – acompañada de su propia reprise en la que Ray Charles colabora al piano y voz-, tanto más lo es oírla interpretando y haciendo suyas otras como el Love The One You’re With de Stephen Stills, el Eleanor Rigby de Lennon y McCartney o el Bridge Over Troubled Water de Paul Simon, dejándolas impregnadas de la esencia musical propia de la voz de Aretha.

Otro álbum exquisito que forma parte de la historia de la música contemporánea y que a más cuarenta años de su aparición sigue siendo tan único e irremplazable como el primer día; uno de esos discos que dan plena semántica a la palabra clásico.

3 comentarios :

Gonzalo dijo...

Una buena razón para sumergirse en este disco. Yo no confío mucho en gente a la que no le gusta el soul o Aretha Franklin. Que hayan tantas grabaciones míticas de esa época y ahora muchos directos sean más rutinarios que otra cosa creo que habla muy claro de lo que han cambiado los tiempos. Hay muchos artistas actuales que ni siquiera han sacado discos en directo.

Saludos.

Gonzalo Aróstegui Lasarte dijo...

Discazo de una de las más grandes.

Un abrazo, Aurelio.

Aurelio dijo...

Veo que oincidimos plenamente en la significación, en el sabor de este álbum, chicos.
Ni los tiempos son lo que fueron, ni los álbumes en directo tampoco. Solo tenéis que probar con el Hysteria Live de Def Lepard, para comprobarlo: una gran banda en un concierto sin espontaneidad...

Un abrazo.

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