Hay
que reconocer que cualquiera de los álbumes nacidos bajo el auspicio y en
cualesquiera de las salas del promotor de conciertos Bill Graham tiene un sabor
especial. El saberse rodear de los solistas, de las bandas más punteras del
momento formó parte, sin duda, del secreto de su éxito empresarial, y aunque el
auge y caída del rock and roll, propiciaron la gestación y posterior caída de
un imperio musical como éste; nos han quedado fantásticas grabaciones en cuyo título
figura añadida la frase At Fillmore East, At Fillmore West, At Winterland… Uno
de los que ronda últimamente por la mesa de mi estudio, intercalando escuchas con
el montón que siempre tengo pendiente, es Aretha
Live At Fillmore West.
Sin
dejar de lado el placer que siempre me produce la escucha de I Never Loved a Man the Way I Love You, tengo
que decir que la espontaneidad, el alma, el sentimiento de las que es
contenedor este directo, dotan a el álbum de la capacidad –o al menos conmigo
lo consigue- de regenerar el espíritu eliminando malas vibraciones. La voz de Lady Soul, firme, nítida, hilarante y
plena, acompañada en los coros por las voces de Margaret Branch,
Brenda Bryant y Pat Smith revive instantáneamente la sensación y el placer de
estar disfrutando de los oficios dominicales en la iglesia baptista, aunque las
letras que Aretha recite melódicamente tengan un contenido mucho más mundano
que divino.
Si
el aspecto vocal no deja fisuras en este conjunto de temas aun menos ocurre
esto en el aspecto musical, pues bajo la dirección artística de Jerry Wexler,
Aretha se hizo rodear, aquellas noches del 5 y 7 de febrero de 1971 en el
Filmore West de San Francisco, de un plantel
de músicos de color bien engrasado y curtido en soul; integrado
fundamentalmente por la banda del saxofonista King Curtis, entre la que
sobresalen además de la figura del propio Curtis al saxo tenor, las
contribuciones de Billy Preston a los teclados y la de los Memphis Horns en los
metales.
Escuchar
a la ‘Diva de Memphis’ en lo más variado de su repertorio es siempre
emocionante, desde que en los primeros compases suena el clásico e
imprescindible Respect de Otis
Redding, pasando por las propias composiciones –concebidas al alimón con su ex
marido, ex trompetista Ted White – como Dr.
Feelgood o Spirit in The Dark – acompañada
de su propia reprise en la que Ray
Charles colabora al piano y voz-, tanto
más lo es oírla interpretando y haciendo suyas otras como el Love The One You’re With de Stephen
Stills, el Eleanor Rigby de Lennon y
McCartney o el Bridge Over Troubled Water
de Paul Simon, dejándolas impregnadas de la esencia musical propia de la
voz de Aretha.
Otro
álbum exquisito que forma parte de la historia de la música contemporánea y que
a más cuarenta años de su aparición sigue siendo tan único e irremplazable como
el primer día; uno de esos discos que dan plena semántica a la palabra clásico.
3 comentarios :
Una buena razón para sumergirse en este disco. Yo no confío mucho en gente a la que no le gusta el soul o Aretha Franklin. Que hayan tantas grabaciones míticas de esa época y ahora muchos directos sean más rutinarios que otra cosa creo que habla muy claro de lo que han cambiado los tiempos. Hay muchos artistas actuales que ni siquiera han sacado discos en directo.
Saludos.
Discazo de una de las más grandes.
Un abrazo, Aurelio.
Veo que oincidimos plenamente en la significación, en el sabor de este álbum, chicos.
Ni los tiempos son lo que fueron, ni los álbumes en directo tampoco. Solo tenéis que probar con el Hysteria Live de Def Lepard, para comprobarlo: una gran banda en un concierto sin espontaneidad...
Un abrazo.
Publicar un comentario