Cacofonías,
sonidos guturales, voces del ultratumba y otras onomatopeyas sonoras que
dibujan ambientes de quietud nocturna, intentando recrear la vertiente más
oscura del ser humano. Ni más ni menos, los ingredientes que brillan
exacerbadamente en un estilo como el hillbilly,
son los que forman parte del hilo argumental de la segunda parte de esta bilogía que lleva por titulo Ghost to a Ghost/Gutter Town, que solo queda
diluido en ocasiones puntuales mientras resuenan los ecos de un acordeón o el
tarareo de un estribillo cantado.
A la
publicación de Ghost to a Ghost,
Shelton Hank Williams había roto definitivamente su relación contractual con
Curb Records, una relación tortuosa dónde las haya, en la que las tijeras del censor
habían pasado en numerosas ocasiones a través el fruto de su creación musical.
Que mejor manera de simbolizar esta ruptura que volver a los orígenes, que
retomar la esencia depositada en álbumes como Straight To Hell y, de paso, reivindicar la libertad de expresión y
creación, recreándose en la vertiente más canalla del country, esa en la que se
siente tan a gusto y con la que marca diferencias con respecto a los demás
integrantes de la saga familiar a la que pertenece.
Aunque
la segunda parte del álbum sea en su mayor parte prescindible, salvo que te
encuentres entre los más fieles del músico de Nashville, Ghost to a Ghost no deja de ser un álbum suculento y brillante, en el
que se continua notando la presteza instrumental y a los controles de Andy
Gibson, en el que deslumbran las colaboraciones y/o aportaciones musicales de
Ray Lawrence – Ray Lawrence Jr. -, de
Les Claypool –The Devils Movin In- e
incluso la participación tangencial a las voces de Tom Waits al final de los
últimos versos del álbum –Ghost to a
Ghost-, y en el que se tienden puentes que acercan aún más las puertas de
la próxima Nueva Orleans, con los sonidos cajun del acordeón de Rory Hoffman;
un elemento nuevo en la urdimbre sobre la que se teje la música de Hank3.
Ghost to a Ghost es otra una buena
excusa para romper con los reparos que rodean a un género como el country, poco
entendido en nuestro país y en el que, curiosamente, tenemos espléndidos
representantes. Aunque alguna multinacional no dudarían en colocarle el
cartelito de ‘no apto para todos los públicos’, Ghost to a Ghost es plenamente recomendable para todos los
públicos, gustos y paladares, sobre todo si estas dispuesto a empaparte de la
esencia más outlaw de la música de Nashville.
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