Con
permiso de Johnny The Fox; cuya gira
promocional está en el origen, en un cincuenta por ciento, de un directo de
referencia para quienes habitualmente degustamos rock and roll como Live & Dangerous y de Jaibreak, he de decir que siempre he
tenido una predilección especial por Bad
Reputation, el otro responsable del restante 50 por ciento de la gestación
del mencionado fantástico directo.
En
la segunda mitad de los setenta, el hard rock luchaba por conservar adeptos
entre el público joven enfervorecido por las sensaciones revitalizadoras que
aportaron a los nuevos tiempos el glam o el punk, intentando mantener la llama
que habían encendido las bandas británicas que estuvieron en el génesis del
fenómeno –Deep Purple y Led Zeppellin-. Mientras los riffs potentes y los muros
sónicos dejaban de ser patrimonio exclusivo del rock más potente e iban
tiznándose progresivamente con el carmín que proporcionaba el glamour de los
nuevos tiempos, bandas como U.F.O., Rush o Def Leppard, recorrían en gira
infinita los escenarios de medio mundo haciendo pequeños paréntesis para la
concepción y publicación de nuevo material.
Este
era también el modus operandi para Thin Lizzy, quienes habían quedado
condicionados desde sus comienzos a nivel de difusión y proyección por su procedencia
irlandesa, aunque en ese momento parecían haber encontrado la estabilidad con
la incorporación de un segundo guitarrista, Scott Gorham, para apoyar a Brian
Robertson en tareas rítmicas –sobre todo en directo- quién formaba parte
nuclear del power trio, junto a Brian Downey –bateria- y Philip Lynott –bajo y
artífice-; equilibro que finalmente demostró no ser más que una nube de humo,
pues poco después de la grabación de Bad
Reputation Robertson dejaría la banda para no regresar.
Realizado
finalmente en 1977 y producido por Tony Visconti, quien había sido reclutado por Lynnot tras caer presa de
la fascinación por sus últimos trabajos de estudio junto a T. Rex o David
Bowie, Bad Reputation es el último arista
del tridente de álbumes que dan cuenta de la capacidad compositiva de un
creador minusvalorado. La dulzura de la voz de Lynnot rivaliza con sus
cualidades como bajista; su técnica como instrumentista reviste a la música de
un groove especial que cristaliza en una de las piezas que se antojan
fundamentales en el álbum, aunque con los arreglos de saxo y el swing de la
línea de bajo le catapulten para salir del contexto convencional que se supone a
banda de hard rock, Dancing In The Moonlight
(It’s Caught Me In Its Spotlight). Scott Gorham pone en evidencia sus dotes
desde el inicio de la rotunda Soldier Of
Fortune, dándo muestras de sus grandes capacidades como guitarrista
melódico; aplicando lustre a otros temas fundamentales, a base de distorsion y
chorus, como That Woma’s Gonna Break Your
Heart y haciendo menos traumatica la ausencia de Robertson.
Bad Reputation quizás sea el último
eslabón de la trilogía dorada del ‘power
trio’ dublinés y quizás la pieza con menor reconocimiento público, aunque
en ella se produzca una síntesis perfecta entre la potencia, la dulzura, la calidez
y el encanto. Delicadamente sensacional.
3 comentarios :
Un discazo de rock a secas, lo de hard aquí es puntual. El siguiente, "Black Rose", me parece una pasada, de sus mejores trabajos.
Un abrazo, Aurelio.
Los TL de la época eran imparables, conectaron una serie de discos tremendos, este no por menos recordado es peor, aunque opino como Gonzalo, "Black Rose" es tremendo.
Un abrazo.
Salvo el disco de debut, el tridente y el directo que menciono no escuché más... Alguna vez me encontré con alguna edición especial de Black Rose, pero hubo otros que se vinieron para casa y ese se quedó... La próxima vez que lo vea tendré presentes vuestras indicaciones.
Un abrazo.
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