Lo
ocurrido anoche en Porta Caeli es una muestra más de la situación por la que
pasa la música actual que con la mirada busca el horizonte de Memphis, y no
hablo en cuanto a contenido del bolo se refiere. Creo que en esta nuestra comunidad – parafraseando a un personaje
televisivo, je, je…- nos estamos ganando poco a poco quedarnos huérfanos de
rock and roll en directo, pues gradualmente vamos perdiendo interés –una
audiencia de 15 personas- para los programadores del circuito de salas; lo que
está propiciando que por falta de rentabilidad quedemos fuera de la
programación de bandas de actualidad y calidad.
Dicho esto, lo ocurrido ayer en Valladolid fue sin duda un espectáculo simpar de
voltios y decibelios. La banda de Birmingham,
capitaneada por Virgil McMahon a la guitarra, se ocupó de construir un muro de
sonido a base de riffs armados con quintas, cuartas y sextas, junto a un conglomerado enrevesado de escalas.
Esta
generación de jóvenes músicos –esquivando los cantos de sirena y las falsas
consignas con lo que llaman música golpea a las jóvenes generaciones-
han nacido y crecido en un momento en el que el rock and roll es un ser maduro, y saboreando plácidamente su legado, se han posicionado en el territorio con el que musicalmentge se sienten más identificados.
Creo que a Virgil
& The Accelerators ha de situárseles en el terreno del hard rock más en el del blues rock, dónde corrientemente se les posiciona, pues su música ha mamando –como les gusta reconocer- de la esencia de bandas británicas como
U.F.O., Uriah Heep o Dr. Feelgood, aunque en vivo tiendan a alargar indefinidamente los temas, apoximandose denodadamente al fenómeno del jam rock.
Virgil es sin duda un virtuoso de las seis cuerdas, como demostró en cada ataque de su Les Paul y de su Firebird; un joven músico que demuestra un excelente manejo del instrumento y de las técnicas de ejecución, aunque no le es exclusivo; pues su hermano Gabriel –a la percusión- y Jack Timmis al bajo, como sección rítmica, dieron muestras elocuentes de su profesionalidad pese a su incipiente juventud.
Virgil es sin duda un virtuoso de las seis cuerdas, como demostró en cada ataque de su Les Paul y de su Firebird; un joven músico que demuestra un excelente manejo del instrumento y de las técnicas de ejecución, aunque no le es exclusivo; pues su hermano Gabriel –a la percusión- y Jack Timmis al bajo, como sección rítmica, dieron muestras elocuentes de su profesionalidad pese a su incipiente juventud.
En
el territorio sonoro fueron recreados fundamentalmente los temas de su último
álbum, Army of Three (2014) que ahora
presentan por la ‘piel de toro’ y junto a otros de su anterior trabajo, The Radium (2011), en cuya interpretación se
pudieron escuchar giños a los Stones de Some
Girls –Miss You- o a los Allman
Brothers de Brothers & Sisters –Jessica-, deleitando al respetable con
un show devastador, energético y potente.
Un
buen rato de rock and roll ante una desangelada audiencia, protagonizado por
una joven banda que promete futuro en unos tiempos que decididamente no son buenos para la música ni por supuesto para el rock and roll.
Salud! y Buen Fin de Semana.
Salud! y Buen Fin de Semana.
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