Fueron
una triada de temas, titulados Calcuta
Blues, Third Degree y Shim-Sham
Shimmy, aparecidos en un recopilatorio sobre Eric Clapton – que profundizaba
en las épocas pre y Bluesbreakers del guitarrista británico- publicado hace
unos cuantos años, con motivo de una colección que muchos
recordareis titulada Historia de la
Música Rock, los que me pusieron sobre la pista y sirvieron de elemento
motriz para intentar acercarme a la vida, pero sobre todo a la obra de un pianista
de nombre Jack Dupree.
Hurgando
en lo que me era accesible en ese momento, la biografía de Manolenta, tuve conocimiento de que un par de esos temas habían
sido extraídos del álbum para el que Clapton había sido reclutado como
mercenario por Mike Vernon (junto a otros como John Mayall y Keef Hartley), titulado From
New Orleams To Chicago, en la época en que por las paredes de Londres se le
iban atribuyendo cualidades divinas y
cuando éste absorbía blues sin parar, recogiendo influencias por doquier,
encontrando en Dupree una referencia fundamental, alguien a quien emular, aunque
su disciplina musical se circunscribiese exclusivamente al arte de pulsar las
teclas.
Como
digo, por aquellos años, mis limitaciones en la investigación musical eran
abundantes y la escucha de, tanto nuevos como de viejos, héroes musicales se circunscribía
a lo que se pinchaba por la radio (que en contenido solía ser malo y escaso) o
al préstamo de discos de algún que otro amigo con el que compartía inquietudes
musicales. Durante bastante tiempo tuve que conformarme con aquella terna de
temas extractados de un álbum que muchos hoy consideramos pieza clave en el
arte del blues, hasta que una feria del disco recaló en mi ciudad y pude
hacerme con un vinilo que para mi es tan mítico como el mencionado, titulado The Incredible Champion Jack Dupree,
hace ya una eternidad.
Jack
Dupree se crió en el mismo orfanato que Louis Armstrong y aprendió el
instrumento como pupilo de un pianista de barrelhouse llamado Willie Hall a
quien sustituyó tras su muerte, allá por los años 30. La dureza de los años de
la ‘gran depresión’ forzó a Jack a emplear sus manos en otras tareas en las que
también era diestro y por las que se ganó el apelativo de Champion que aparece siempre antepuesto a su nombre de pila.
Tras
acabar sus aventuras pugilísticas y retirarse del ring tras vencer por K.O.
técnico, allá por 1940, a un púgil blanco conocido por Battling Bozo, retomó su
actividad musical, demostrando sobradamente que sus actividades ‘deportivas’ no
habían dejado rastro en la fisiología de sus manos, aunque evidentemente si lo
habían hecho en el modo tosco de acariciar el teclado. Pese a que sus raíces se
asienten próximas a las de W.C. Handy, en la sureña Nueva Orleans, dónde Dupree
se formó como persona y pianista, su actitudes musicales son más bien
distintas, menos ortodoxas y academicistas que las del mítico ‘Padre del Blues’,
nacidas desde el desconocimiento de la notación musical y el sentimiento, de la imitación y de la práctica, de su propia
experiencia como intérprete en sucios tugurios y burdeles en la tierra de los
pantanos.
Tras
su paso fugaz por Chicago, finalizada la Segunda Guerra Mundial, y la grabación
de unos cuantos temas de poca significación y repercusión en su América natal,
decidió partir hacia el Viejo Continente para probar suerte, recalando en la
Pérfida Albion, dónde alcanzó el zenit
musical a principios de los 60, circunstancia que sin duda ha favorecido
notablemente a perpetuar en la memoria como blues
master ,aunque a la vez le impidiese ganar la relevancia de otros maestros
del piano como Otis Spann.
Su
estilo recio y firme, el modo tosco de ejecución es santo y seña indudable de
su identidad, que le han acuñado un sello propio dentro de la sonoridad típica honky
tonk del blues sureño; no hay más que escuchar los primeros trabajos tanto en
solitario como con sus Bluesbreakers de John Mayall para percibir hasta dónde
se ha dejado sentir su influencia a nivel de ejecución, y también a nivel vocal.
1 comentarios :
Interesante articulo! Saludos!
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