Vivir
en una pequeña ciudad tiene sus ‘pequeñas’ ventajas: vida tranquila y apacible,
tiempo para pasear y disfrutar del ocio, levantarse pillado de tiempo para ir
al trabajo… pero también tiene ‘bastantes’ inconvenientes, sin entrar en las
cuestiones fundamentales. Muchas veces siento envidia (sana) de la tradición
cultural de las grandes ciudades, y más en lo que a música se refiere, cada vez
que leo la agenda de conciertos del mes venidero.
No
es que en esta pequeña y bonita localidad del Norte Peninsular, rica por el
románico y sus gentes, que ciertamente no
se hizo en una hora, carezcamos de avidez por disfrutar de la cultura, pues
lo corriente es encontrar locales petados cada vez que una banda, interprete o
espectáculo pasa por nuestra casa. Tampoco creo que sea por que carezcamos de
una escena local propia, pues las apuesta musical aquí es importante y
aunque vayan pasando los años siempre hay sangre nueva al relevo, tanto en lo
que se refiere a bandas como a público. No se, no se, pero creo que son
cuestiones de cantidad, de cantidad de público por metro cuadrado quiero decir,
las que hacen que permanezcamos fuera de
ruta.
No
es la primera vez ni seguro que la última que me aventuro, como muchos otros,
por una gran ciudad, lo más próxima
posible a mi casa, en busca de un plato caliente de rock and roll que degustar, en estos tiempos en que el negocio de
la música ha cambiado tanto que posibilita el disfrute habitual del show de
bandas de primera línea nacional o internacional, y me encuentro formando parte
de una audiencia ridícula, que no llega a la docena de personas; lo que a
menudo me mosquea mayúsculamente, no solo por corroborar en carne propia el
estado lamentable en líneas generales del negocio musical, sino también porque
aseguraría que en esta, mi pequeña casita de casi 66.000 personas, los públicos
serían mucho más numerosos ante una banda como la de cuyo show acabamos de
disfrutar.
Aunque
en vez de quejarse tanto lo mejor sea pasar a la acción, con mis años ya no me
veo de promotor de conciertos ni de manager de bandas; pero lo que más me
preocupa de todo esto es que, pese a que las pequeñas audiencias no sean tan
habituales en esta ciudad, el rock and roll está perdiendo a pasos agigantados
su capacidad de atracción igual sea servido solo o acompañado con unas cuantas
copas y cervezas, cuestión que está facilitando la desaparición de algunos
locales cercanos que conseguían mantener una buena programación musical durante
el año.
Quién
pudiera tele trasportarse a Madrid, Barcelona, Bilbao, Oviedo… esta noche para
poder disfrutar de un menú musical suculento, pero creo que tendré que
conformarme con un plato combinado de
rock and roll local, con el que intentaré disfrutar en similar medida,
intentando contribuir con mi pequeño granito de arena, como cada viernes, al
sostenimiento del negocio musical y de todo lo que le rodea.
Buen fin de semana.
1 comentarios :
Si se te ocurre venir por Asturias, que sepas que en Gijón todavía ganamos por goleada a Oviedo en cuanto a oferta rockera ;)
Lo que deduzco de tus letras es que eres de Zamora? no sé porque te hacía de Valladolid... no es coña.
Es verdad que estáis fuera de ruta, una putada, pero a veces, lo que tu dices, te hace valorar más ciertas cosas y "pequeñas" actuaciones cuando se presenta la oportunidad. Claro que otras tantas no que más remedio que desplazarse...
Saludos
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