febrero 28, 2014

Off Route.

Vivir en una pequeña ciudad tiene sus ‘pequeñas’ ventajas: vida tranquila y apacible, tiempo para pasear y disfrutar del ocio, levantarse pillado de tiempo para ir al trabajo… pero también tiene ‘bastantes’ inconvenientes, sin entrar en las cuestiones fundamentales. Muchas veces siento envidia (sana) de la tradición cultural de las grandes ciudades, y más en lo que a música se refiere, cada vez que leo la agenda de conciertos del mes venidero.

No es que en esta pequeña y bonita localidad del Norte Peninsular, rica por el románico y sus gentes, que ciertamente no se hizo en una hora, carezcamos de avidez por disfrutar de la cultura, pues lo corriente es encontrar locales petados cada vez que una banda, interprete o espectáculo pasa por nuestra casa. Tampoco creo que sea por que carezcamos de una escena local propia, pues las apuesta musical aquí es importante y aunque vayan pasando los años siempre hay sangre nueva al relevo, tanto en lo que se refiere a bandas como a público. No se, no se, pero creo que son cuestiones de cantidad, de cantidad de público por metro cuadrado quiero decir, las que hacen que permanezcamos fuera de ruta.

No es la primera vez ni seguro que la última que me aventuro, como muchos otros, por una gran ciudad, lo más próxima posible a mi casa, en busca de un plato caliente de rock and roll que degustar, en estos tiempos en que el negocio de la música ha cambiado tanto que posibilita el disfrute habitual del show de bandas de primera línea nacional o internacional, y me encuentro formando parte de una audiencia ridícula, que no llega a la docena de personas; lo que a menudo me mosquea mayúsculamente, no solo por corroborar en carne propia el estado lamentable en líneas generales del negocio musical, sino también porque aseguraría que en esta, mi pequeña casita de casi 66.000 personas, los públicos serían mucho más numerosos ante una banda como la de cuyo show acabamos de disfrutar.

Aunque en vez de quejarse tanto lo mejor sea pasar a la acción, con mis años ya no me veo de promotor de conciertos ni de manager de bandas; pero lo que más me preocupa de todo esto es que, pese a que las pequeñas audiencias no sean tan habituales en esta ciudad, el rock and roll está perdiendo a pasos agigantados su capacidad de atracción igual sea servido solo o acompañado con unas cuantas copas y cervezas, cuestión que está facilitando la desaparición de algunos locales cercanos que conseguían mantener una buena programación musical durante el año.

Quién pudiera tele trasportarse a Madrid, Barcelona, Bilbao, Oviedo… esta noche para poder disfrutar de un menú musical suculento, pero creo que tendré que conformarme con un plato combinado de rock and roll local, con el que intentaré disfrutar en similar medida, intentando contribuir con mi pequeño granito de arena, como cada viernes, al sostenimiento del negocio musical y de todo lo que le rodea.

Buen fin de semana.

1 comentarios :

KARLAM dijo...

Si se te ocurre venir por Asturias, que sepas que en Gijón todavía ganamos por goleada a Oviedo en cuanto a oferta rockera ;)
Lo que deduzco de tus letras es que eres de Zamora? no sé porque te hacía de Valladolid... no es coña.
Es verdad que estáis fuera de ruta, una putada, pero a veces, lo que tu dices, te hace valorar más ciertas cosas y "pequeñas" actuaciones cuando se presenta la oportunidad. Claro que otras tantas no que más remedio que desplazarse...

Saludos

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