abril 16, 2012

Straight to Hell.

Tengo estos barrotes de Luisiana
que me tienen encadenado de por vida,
tengo una deuda de 99 años por disparar a mi mujer…
Basta con escuchar la primera estrofa de Lousiana Stripes para conocer cual es la imaginería general de los textos sobre los que se construye la música de Sheldon Hank Williams. Si quisiésemos establecer una relación a nivel comparativo dentro de la estirpe de los Williams, para situar a Hank III, podríamos decir que su música recoge fielmente la esencia tradicional americana, aspecto éste que nadie representa mejor que su abuelo, Hank Williams (a secas); si bien la temática de sus canciones está más próxima a la esencia del rock and roll, mejor representada por su padre, Hank Williams Jr.

No se si otros hubiesen elegido para entrar a fondo en la obra e idiosincrasia de Hank III Straight to Hell , habiendo en su discografía otras piezas quizás más notables o mayores como Ghost to Ghost o Risin’ Outlaw, aunque, por lo que a mi respecta, creo que la elección que he tomado ha sido la apropiada, y así lo demuestra el no poder ‘descolgarme’ de pincharlo una y otra vez.

El corte tradicional del country rock que emana de todos y cada uno de los temás del álbum engancha desde el primer medley,  Satan Is Real/Straight to Hell en el que el clásico de los Louvin Brothers sirve de apertura a un torbellino de guitarras, violines, dobros y steel guitars, que solo iguala en intensidad al de Dick in Dixie. Historias truculentas sobre mujeres, drogas y alcohol en My Drinkin’ Problem o sobre famosas estirpes de antisociales bailarines en D. Ray White (the dancing outlaw), o preciosas melodías que sirven para envestir por falta de autenticidad contra Kid Rock en Not Everybody Like Us; son el hilo narrativo por el que discurre el primer disco de los dos que componen el álbum.

El segundo álbum se abre con la fantástica Louisiana Stripes, en la que voz de ventrílocuo de Sheldon se acompaña exclusivamente de guitarra acústica (lo cual es la tónica general de éste segundo cd) y sigue con un  tema oculto compuesto por un coctel de sonidos de voces hiporevolucionadas, trenes en marcha o arroyos apacibles, entre los que se insertan temas del propio Hank III, con alguno de su abuelo como I Could Never Be Ashamed of You o de Wayne Hancock como Take My Pain.

No se cual será mi siguiente paso en el country actual, pero lo que si tengo claro es que Straight to Hell es uno de los álbumes contenedores de ese sonido que más me ha gustado en lo que llevamos de año, y que, por momentos, favorece que crezca mi interés en disfrutar del directo de Hank III, añadiéndose así a mi lista de alicientes de la sesión de cierre del Azkena Rock Festival.

 

1 comentarios :

Jorge García dijo...

Este es uno de los bolos que mas ganas tengo de disfrutar en Mendizabala este año.
Saludos.

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