febrero 24, 2014

Revisitando Blues Brothers.

Cuando John Landis plasmó en celuloide la aventura revivalista de carácter humorístico que Dan Akroid y John Belushi habían emprendido a mediados de los setenta, para poner tono musical musical y tínte humorístico a un programa de máxima audiencia como Saturday Night Live,  seguro que no se planteó ni por un momento que, pese a que nunca llegó a ser una película que produjese cifras de recaudación millonarias, se iba a convertir en un film de culto para los amantes del séptimo arte y de la buena música.

Tras un argumento tejido con inocencia e inocuidad se esconde un film que, por el que pese a haber pasado más de 40 años, sigue siendo capaz de encandilar el espíritu, de despertar el alma, desvanecer las malas vibraciones y de poner los pies en movimiento; pues, junto a las los sketch humorísticos que de le dan forma, se recoge una colección de canciones impresionantes, capaces de reivindicar, traer al presente y perpetuar en el futuro un par de géneros músicales tan esenciales, como el soul y el blues, que son parte imprescindible del germen inspirador de cualquier tema rock que se precie.

Para quien todavía no se hubiere acercado a Blues Brothers,  esta cinta cuenta con, además del buen hacer cómico-musical de dos clásicos de la comedia como John Belushi y Dan Akroid, un elenco de primeras figuras de la música americana de finales de los 50 y primeros 60, cuya presencia no es meramente testimonial. Así nos encontramos a James Brown en el papel del Reverendo Cleofus, párroco dominical capaz de hipnotizar rítmicamente con ‘la palabra’ a sus acólitos, a Aretha Franklin en el papel de camarera de bar grasiento que, junto a su esposo Matt ‘Guitar’ Murphy -que se ocupa también de los fogones- regenta en los bajos fondos; a un Ray Charles en la piel de redomado usurero propietario de una casa de empeño, a un Cab Calloway en el papel de hermano adoptivo de Jake y Elwood Blues o a grandes músicos de esta vena musical argumental, desempeñando el papel que les toca en la Blues Band, de la clase de Steve Cropper o Donald ‘Duck’ Dunn.

Siempre es gratificante, pero más en este caso, enfrentarse a un repetorio de clásicos de la clase del Think de Aretha Franklim, del Soul Man de San & Dave, del Gimme Some Lovin’ del Spencer Davies Group, del Everybody Needs Somebody to Love de Solomon Burke, del Sweet Home Chicago de Robert Johnson o el Boom Boom del propio John Lee Hooker, y más en una tarde fría y gris de domingo como la que yo he pasado, pretendiendo poner un poco de gasolina que conforte el espíritu y llene el depósito para empezar la semana con positividad y optimismo.


Revisitar las imágenes y los temas contenidos en este espectáculo, a vuelto a situar en un lugar preeminente mis viejos discos de soul para decorar musicalmente estos días; aunque he de decir que la recuperación de este film no ha sido ocasional, sino como fruto del disfrute reciente de un espectáculo que anda circulando por salas en forma de banda tributo, bajo el nombre de Bus Brothers Band, que es puro revival y que junto al viejo repertorio de la película original añade un montonazo de temas en esta onda; que recomiendo si pasa cerca y queréis disfrutar y bailar poseídos, recordando también lo que por estas tierras y en su época fue titulado como ‘Granujas a Todo Ritmo’.

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