Es
innegable la maestría con la que Phillip Sayce ataca las cuerdas mientras
blande su Stratocaster; sus cualidades como músico e interprete son poco
cuestionables en lo que a mi respecta, pero si hay alguien que de la escucha de
su música albergue alguna duda al respecto no tendría más que echar un vistazo
a su curriculum vitae y trayectoria profesional anterior, para comprobar a lado
de quienes se ha formado como guitarrista (Robbie Robertson, Steve Ray Vaughan,
Mellisa Etheridge, Jeff Healey …).
La
escucha de su anterior trabajo, un hibrido publicado por Provogue, a la sazón de un
grandes éxitos/live, que lleva por nombre Ruby Electric, me dejó un poco
descolocado y reticente a seguir la pista musical y discográfica de Sayce, y he
decir que si no hubiese sido porque encontré Steamroller, su último trabajo en
estudio, en una liquidación de música por un precio módico, hubiera pasado de
largo sin volver a prestarle atención.
Sayce
pertenece a una nueva generación de guitarristas (junto a Jason Barwick –The
Brew-, Andrew Stockdale –Wolfmother-, entre otros) que se mueven como pez en el
agua dentro del territorio del blues-rock, a quienes se adivina, por las maneras
de hacer sonar el instrumento, haber realizado el aprendizaje a través del
repertorio musical de Jimmy Hendrix, circunstancia que como no, también queda
patente en Steamroller.
Aunque
el barco parece retomar su rumbo y se adivina un regreso en cierta medida a la
frescura original, en el transcurrir de las diez pistas que lo conforman, Steamroller
sigue sin desbancar a su debut, Peace Machine,
que para mi continua siendo la pieza angular de su obra discográfica.
Echo en falta ese sonido crudo y rotundo del bajo, dirigiendo la melodía y
mezclándose con la guitarra solista que tanto me hace disfrutar en su
repertorio anterior, aunque en Steamroller se despliegan melodías fantásticas y
cautivadoras, como las que dan forma a Holding On, una de las piezas
principales del disco, junto a la instrumental AberyStwyth (ciudad que le vio
nacer) y potentes guitarras edulcoradas con múltiples artificios sonoros, fruto
del wah wah, la distorsión y el cry babe, de lo que son ejemplo evidente Black
Train y Stung by Woman.
Steamroller no sorprende pero cautiva, sobre todo si entre tus
platos de gusto está el blues rock bien aderezado.
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