La
primavera del 68 fue prolífica en revueltas sociales y acontecimientos
luctuosos. En Madrid cientos de universitarios, bajo el influjo de las
protestas desencadenadas ese mismo mes en Francia por los estudiantes y
trabajadores contra las políticas conservadoras en materia educativa y laboral
del gobierno francés, se concentran en la Complutense de Madrid para protestar
contra la falta de libertades del régimen franquista. El descontento con la
Guerra de Vietnam desencadena en Estados Unidos, una riada de protestas que
culminan en los lamentables acontecimientos de Chicago, en los que 39 personas murieron
a manos de la policía ante las puertas de la Convención Nacional Demócrata.
Martin Luther King es asesinado en Memphis el 4 abril de ese mismo año.
Ninguno
de estos eventos resultaría indiferente a un grupo de músicos que, tras girar desde
finales del 1966 hasta la primavera del 67 como acompañantes de Bob Dylan en su
periplo europeo-americano –una vez extinguida su relación con el vocalista
sureño Ronnie Hawkins, con el qué habían formado combo bajo el sobrenombre de
The Hawks-; habían recalado en una pequeña granja de Woodstock (Nueva York). La
vida campestre resulta apacible y mientras Robbie Robertson, Richard Manuel,
Rick Danko y Garth Hudson ocupan el resto de 1967 descansando y recuperando
fuerzas, componen y graban una cantidad importante de material junto al judío errante, que finalmente
terminaría formando parte de dos obras cumbres en la historia del rock and
roll: Music From The Big Pink y The Basement Tapes.
La
relación vital, la interacción con el mundo rural traslada su esencia a las
composiciones que en el sótano del edificio central de The Big Pink han sido
creadas paulatinamente, incluso por pura autocomplacencia. Albert Grossman,
empresario musical con el que Dylan ha firmado contrato y responsable de que
éste último se instale en esa pequeña localidad neoyorquina junto a su séquito,
es quien enciende la llama y anima a que Richard, Robbie, Rick y Garth reclamen
los servicios del que otrora fuese percusionista de los desaparecidos Hawks,
Levon Helm, quién había regresado a su Arkansas natal para trabajar en los
campos de petróleo.
A
caballo entre los estudios Capitol y los A&R de Nueva York, en los meses de
invierno de 1967 quedaría finalmente completada la grabación del primer álbum
de The Band Music From The Big Pink,
una obra de la que ni sus creadores llegarían a suponer que 48 años después de su
concepción, sería tan importante para indicar a las nuevas generación a dónde
vamos y de dónde venimos, en lo que a rock and roll se refiere.
Es
paradójico que a un grupo de canadienses deba tanto un fenómeno musical actual
como el Americana, toda vez que Music From The Big Pink se postula como una
de las obras matrices en las que, en cuya concepción, fueron utilizados
subliminalmente los géneros básicos depositados en la cultura popular norteamericana:
el blues, el soul y el country.
Music From The Big Pink es un compendio
de sobrias composiciones de belleza incalculable. La teatralidad de Chest Fever, la sutileza de The Weight; ambas fruto del influjo
buñuelista de Viridiana en su compositor, dan forma al marco perfecto sobre el
que el resto del puzzle sonoro encaja suavemente. To Kindom Come y Long Black
Veil fluyen musicalmente bajo el influjo dylanita; We Can Talk cristaliza la esencia soul que está en la raíz de la
música popular norteamericana, y Lomesome
Suzie y This Wheel’s On Fire son
la baliza que señaliza el principio del camino por el que en el futuro
discurrirá musicalmente la banda de bandas.
Music From The Big Pink es solo la
primera parada en el camino, el primer acto de una obra sin cuya existencia
sería imposible entender un fenómeno popular que hoy se resiente, y que todos conocemos como rock and roll.
4 comentarios :
The Band es una de mis cinco bandas favoritas, me ha encantado el artículo Aurelio, mayúsculo, excelente de veras, documentado (es curioso lo de la influencia de Buñuel en algunos temas) y muy bien escrito como siempre.
El primer disco como Thee Band y el mas mítico en cuanto a su gestación en Big Pin junto a Dylan, época romántica donde las haya, la quintaesencia del rock como expresión artística y orfebre.
Espero con impaciencia esa crónica sobre el segundo, mi favorito.
Enhorabuena master.
Un abrazo y feliz domingo.
Fenomenal texto, Aurelio. Un grupo absolutamente esencial, The Band, de ésos que habría que inventar de no existir. Yo hablé de su superlativo debut hace años, y decía esto: "Si bien podemos afirmar que Music From Big Pink es un disco de rock, su modernidad radica en mirar hacia atrás sin renunciar a los elementos propios de su tiempo, en un momento en que los hallazgos de Beatles, Byrds o Dylan ya han lanzado al rock hacia un camino sin retorno". Pues eso, grandeza la de los Hawks… y la de Buñuel.
Un abrazo.
Gracias amigos por los elogios.
Ya estoy preparando la siguiente, Addi. Hace un año que tenía pensado hacer una serie sobre los discos de estudio de The Band, y aquí está.
Buscaré la entrada, Gonzalo, para leerla.
Un abrazo a los dos.
Desde luego The Band son buenos en su simplicidad, buenos no, geniales. Hace muchisimos años cuando en casa nos compramos el Cahoots yo lo oía y pensaba este grupo tiene que ser de New Orleans. Habia algo en ese piano y sobre todo en los arreglos de metal que a mi ignorancia me los hacía llevar a la ciudad del jazz.
Gran sorpresa la mía cuando me enteré que eran Canadienses todos menos Levon.
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