Que
a cada disco le corresponde un instante anímico determinado es una cuestión que
escapa de cualquier controversia; a cada hora del día el cuerpo, la mente, el
alma sugieren una cosa determinada. El voraz degustador de rock and roll tiene
clara cual es la fórmula especial que contiene un álbum clásico y aunque antes
de volver a catarla ésta sugiera una determinada sensación, de vez en cuando
hace saltar un resorte en el alma distinto al que en momentos anteriores pudo
saltar.
Hoy
me levante con el sabor de los viernes en los labios y aunque con el inicio del
mejor día de la semana mi mente me
indicó que empezaba ese lapsus semanal en el que el cuerpo desconecta un
poquito de la rutina diaria, instintivamente me dirigí a la estantería dónde
reposan mis álbumes, para musicalmente vencer el tedio del rutinario trabajo
burocrático, intentando echar una cucharada de azúcar al corazón.
Todavía
no se lo que me empujó a coger el Exile
On Main St. entre los dedos, pero nada más empezar a sonar las primeras
notas en la disquetera se desvanecieron en la cabeza los malos rollos, esos que
te atacan cuando la conciencia despierta al comenzar una nueva jornada,
recodándote que eso no es lo que hubieses elegido hacer para siempre en tu
vida. Desde luego que mi mente hoy estaba sincronizada en alguna forma con el
‘alma oculta’ de este álbum, quizás fue la sensación de despertar a un día del
que se espera deleite la que me conecto con esos momentos en los que para los
Stones todo comenzaba de nuevo; esos momentos en los que componían temas, sin
la presencia corpórea de Brian Jones, para compilarlos en los Olimpic Studios
de Londrés y parir una de las más preciadas piezas de arte rockero.
Se
ha mitigado la fatiga, los efluvios de la música disiparon el tedio y los malos
rollos desparacieron. No tan solo es culpa de ser consciente de estar viviendo
el viernes, ese día que tanto suele prometer y muchas veces suele cumplir,
también lo es la forma en que me han acariciado las melodías contenidas en Sweet Virginia, el susurro de los riffs
miméticos de Keith en Rocks Off o Tumbling Dice, la esencia de John Lee contenida en Shake Your Hips o la sensualidad de Sweet Black Angel. Incluso las armonías de Shine a Light han contribuido al deleite, aunque siempre prefiera
disfrutar de Exile sintiendo como
roza el vinilo con la aguja.
Consciente
de lo afortunado que soy por poder decir que sufro de la rutina del trabajo
diario, también lo soy de que pese a ser ‘viejo’ mi corazón es joven y capaz de
disfrutar una y cien veces más, de manera distinta Exile On Main St.
Feliz fin de semana.
3 comentarios :
Maravilloso album, no cabe duda, y disfrutable cualquier día de la semana, en cualquier momento. Ya forma parte del ADN colectivo de todos los buenos aficionados. Excelente entrada.
Saludos,
JdG
Es que ese disco es una auténtica fiesta de música genial, no hay mejor antidepresivo que un disco tan maravilloso como ese.
Saludos.
Un disco especial dónde los haya... Tiene esa esencia que te hace subir pero a la vez tiene un regusto melancólico.
Gracias por leer y opinar, amigos...
Un abrazo.
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