Después de unos días de asueto y con las pilas un poquito cargadas para afrontar el invierno, el estío playero ha dejado sitio para recorrer las estanterías de alguna tienda de música que otra, para ampliar el catálogo y la amplitud de miras.
Una de las cosas que me he encontrado por ahí ha sido el disco de una banda canadiense de southern rock. ¿Rock sureño canadiense? ¿Cómo es posible? Nada me sorprende después de haber oído a otros músicos no norteamericanos del estilo como Phillip Sayce (del que ya hablaré en otro post) que se adaptan perfectamente al estilo.
Se trata de Zed Head y de su último disco ‘Mortal Man’, publicado a primeros de este año. Ni la banda es nueva, ni el disco tampoco, seguro, pero tras escucharlo merece su reseña.
La banda está formada por Neil Chapman a la voz y guitarras, Fog Johnny Burkitt al bajo, guitarra y pandereta y Smillin’ Bob Adams a la harmónica; un trío atípico sin duda, que complementa su sección rítmica con Terry Martell, en la mayoría de los temas, Chris Lingad, Tony Molasen y Frank Zieger, en la percusión.
Aunque en lo musical el disco no descubre nada nuevo, si podríamos decir que, intentando etiquetar el sonido, la banda despide boogie rock por todos los costados, creando una mezcla sin desperdicios, de las progresiones típicas de John Lee Hooker, como bien evidencia el tema Shotgun, del boggie típico de los Canned Heat y de los patrones musicales de ZZ Top, a quienes más se acercan en el concepto musical.
La guitarra slide de Trevor Horsfall, que participa en Chepseats, Cock of the Rock y Front Porch, como músico ocasional, pone el condimento necesario para aderezar el resultado, aunque Neil Chapman se sobra solito a lo largo de todo el álbum para hacer gala de su calidad como instrumentista.
En Till I Lost You la parte vocal recuerda en alguna medida a el fantástico Sonny Landreth, pero lo solos de guitarra evocan ante todo el sonido de la guitarra tejana de Steve Ray Vaughan. Buenos riffs de guitarra, buen boogie-blues-rock que pone a cualquiera con ganas de fiesta.
60’s, 70’s, 80’s, 90’s… blues, reggae, jazz o rock’n’roll; que más da el ‘son’ pues lo que realmente importa es la ‘emoción’.
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