julio 28, 2015

Reserva de los setenta.

Recuerdo que hace unos años escuchar una mención de la palabra country hacía chirriar mis sentidos; su imaginaria semántica me hacía percibir el aroma a rancio que se desprende de algo que parece evocar un ente culturalmente trasnochado, cierto sentimiento de rechazo hacia lo que erróneamente consideraba puramente representativo del ultranacionalismo americano.

Tan craso es el error como imaginar a los españoles vestidos de torero y a las españolas de sevillana, aunque estas cosas suelen ocurrir cuando te dejas vencer por los prejuicios y los estereotipos decididamente falsos.

En mi abordaje del género hice un viaje a la inversa, es decir, empecé por las nuevas figuras de country rock o del sonido americana y la propia inercia me condujo inexorablemente hacia los clásicos, quienes me han sorprendido con magníficos trabajos, suministradores de infinito deleite. Yesterday’s Wine es uno de ellos, un disco de interminable sensibilidad capaz de erizar la piel en cada escucha.

Este álbum fue uno de los primeros discos concepto de la música country, una variedad demasiado exótica para la época -finales de los sesenta- para un género como este,  que tan buena acogida estaba teniendo en el universo rock, tras la publicación de álbumes tan representativos como Tommy o Sgt. Peppers. Éste fue el primer intento de Willie Nelson de cerrar el circulo argumental con una colección de canciones utilizando una temática que resultaría reiteradamente explorada en el futuro por los músicos del género: la imperfección que nos conduce desde la cuna hasta la tumba. Es fácil suponer, en esas condiciones, la poca repercusión y el fracaso comercial al que se vio abocado el álbum en su momento; aunque pese a ello Nelson seguiría abundando en las monografías, tan solo tres años después de la publicación de Yesterday’s Wine vería la luz Phases & Stages.

Yesterday’s Wine es una colección de canciones tan deliciosamente interpretadas que convierten a la cuestión argumental en algo meramente circunstancial, cuando el brillo de la voz de Nelson y los gemidos de pedal steel conducen al confort en los medios tiempos o cuando el ritmo se acelera y los tempos conducen esquemáticamente hacia el vals. Un álbum cinco estrellas decididamente ineludible para quien acaba de entrar o para quien hace tiempo entró en el género, pero también para quienes todavía se resisten a ello bajo el influjo de los falsos prejuicios.

Sobre gustos no hay colores pero para disfrutar del arte en toda su entidad lo mejor es olvidarse de los condicionantes…

1 comentarios :

Luis dijo...

Algo pareido me ocurria a mi. Siempre algo de repelus por su caracter tradicional casposo.La mejor muestra era en la pelicula de Robert Altman Nashville donde salia un cantante con toda la imagen del estereotipo (botas, cinturon, sombrero...) cantando un tema que decia que "llevamos 200 anos en esta tierra".
Por contra el Country Rock siempre me mantuvo cercano al country original.
Probare este de W. Nelson que desconozco'

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