noviembre 06, 2014

Chet Baker en Paris.

Hay una sensación circunstancial, que los propios músicos refieren algunas veces, cómo un sentimiento de que la música no fluye como debería; que la interpretación no ha traído consigo ese conjunto de sensaciones que proporcinan plena satisfacción. Un día poco inspirado lo tiene cualquiera y aunque podamos suponer que en el momento de realizar una grabación el interprete debería estar bajo la influencia de las musas, éste no deja de ser un procedimiento mecánico como pudiera serlo cualquier otro y, por ello, sujeto a la afectación anímica.

Sintiendo subjetivamente que esta es una cuestión que resulta difícil de percibir para el melómano, puedo llegar a valorar si un álbum me gusta o no, sin llegar a reconocer si el músico sintió la magia del momento; aunque hay músicos sobre los que uno, como degustador de melodías, no se plantearía jamás estos cuestionamientos pues a través de su obra demuestran la infinita magnitud de sus cualidades. Si para mí hay un músico representativo de ello, este es Chet Baker: su música suena exacta en la asimetría de escalas y progresiones, narcótica, tan relajante y cautivadora que hace difícil, por no decir imposible, sucumbir a su belleza.

El instrumento puede ser de mayor o menor calidad de acuerdo con el mimo y la nobleza del material con el que haya sido construido, pero ante el sonido de dos instrumentos de similar calidad, hay una cosa que distingue al buen intérprete y esa es la entrega que demuestra en la ejecución y el feeling que emana de las notas ejecutadas. Chet fue un grandísimo trompetista, más grande como músico que como persona, y otra evidencia más de lo primero es Jazz in Paris: Chet Baker Quartet Plays Standards.

Corría el año 1955 y Chet Baker había compartido escenario con los restantes integrantes de su cuarteto -Jimmy Bond, al bajo; Peter Litman, a la batería, y Dick Twardzik, a los teclados- escenarios en Alemania y Suiza, hasta que a primeros de septiembre recalaran en Paris con el encargo de ofrecer un concierto en la Sala Pleyel. La magia de aquella velada colocó a Baker bajo el mecenazgo de varios amantes del jazz parisinos, quienes se ofrecieron a financiar la grabación de sus próximos proyectos. Puesto a la tarea de grabar un nuevo álbum, la muerte por sobredosis de su pianista y la marcha repentina del batería hicieron que el sueño del trompetista se convirtiese en una verdadera pesadilla, obligándole a improvisar sobre la marcha para poner remedio inmediato al descalabro sufrido; fichando para las sesiones de grabación a dos músicos locales. La otra cuestión importante era el repertorio. Solo Jimmy Bond era conocedor de los temas y ante la inmediatez de las sesiones, Chet decidió recurrir a los Standards.

Se puede decir que Jazz in Paris: Chet Baker Quartet Plays Standards es fruto de la improvisación por la inmediatez, pero creo que no habrá nadie que pueda decir que las elecciones, aunque aceleradas, no fueran las correctas. No hay más que introducirse en el sonido conmovedor de temas como You Go to My Head o en la belleza sensual de These Foolish Things, en el swing colorista y delicado de Summertime; para sentir ese feeling inconmensurable que Chet tenía como interprete y su capacidad para transmitir con elegancia y delicadeza sensaciones a través de su trompeta.

Un álbum al que la familiaridad melódica de los standards facilita el abordaje y en el que la música cautiva en cada instante en el que la aguja roza contra el surco; un disco de los que te pone más aún en la consciencia de la belleza de la música.

2 comentarios :

Gonzalo Aróstegui Lasarte dijo...

Un trompetista extraordinario (y también gran cantante). No he escuchado esta grabación, pero Baker es autor de "Chet Baker Sings", uno de mis discos favoritos de todos los tiempos. Espero volver con alguna de sus grabaciones en breve. Excelentes reflexiones las tuyas, Aurelio.

Un abrazo.

Aurelio dijo...

Creo recordar que ley tu reseña sobre Chet Baker Sings -disco que, por cierto, me hizo recalar en el universo musical de Chet-, no hace demasiado. Aunque 'Plays Standards' no cuente con el aliciente de poder escuchar su voz, impresiona pues en el hay ese magnetismo que empuja a la calma, a la meditación y, por supuesto, a seguir escuchando infinitamente.

Seguro que te gustará...

Un abrazo.

Quizás también te interese...

 

historias de rock & roll © 2010

Blogger Templates by Splashy Templates