Nunca
me han gustado demasiado los discos de tributo, casi siempre y junto al lado
lúdico suelen tener un lado triste y amargo; también porque suelen aportarme
poco a lo oído de manos del propio
homenajeado, salvo que en algún caso concreto me hayan servido para descubrir a
una nueva promesa o algún clásico que en su momento pasé por alto; presupuestos
que no se dan para nada en el álbum que me dispongo a diseccionar y pese a que a
sabiendas de que al degustar All My
Friends. Celebraing the Songs & Voice of Greg Allman estoy ante un
trabajo de ese tipo –en el que por cierto y como sabéis se celebra la feliz recuperación de Gregg Allman tras
su trasplante-, cualquier ocasión es buena
para escuchar los temas de Gregg, con o sin los Allman Brothers.
Aunque
las expectativas de encontrarme alguna sorpresa a nivel musical son
prácticamente nulas, tras disfrutar de las tres hora de show, el nivel de
satisfacción –por lo que me toca- es el augurado, fundamentalmente porque
percibo que estoy ante un trabajo que ha sido planificado hasta el mínimo
detalle para deleite del oyente potencial, pero también y sobre todo para que
nada desluciese el hecho celebrado. Desde el sitio elegido, el Fox Theatre de
Atlanta –mítico ofertorio del rock sureño, cuyo nombre me hace rememorar
clásicos cocinados dentro de esas cuatro paredes como One More For The Road-, pasando por el alto nivel de los músicos elegidos
para formar parte de la banda principal –Don Was, bajo; Jack Pearson, guitarra;
Jimmy Hall, voz y armónica; Chuck Leavell, teclados; Audley Freed, guitarra…-
hasta llegar a la amplísima selección de concelebrantes: Jackson Browne, John
Hiatt, Widespread Panic, Taj Majal, Sam Moore, Susan Tedeschi, Zach Brown… y
los Allman Brothers al completo, incluyendo al propio homenajeado.
Me
han resultado especialmente sabrosos los momentos con Susan Tedeschi y Derek
Trucks en un Standback lleno de soul,
en los que la mujercita de Derek da cuenta de sus grandes cualidades como
solista; el emotivo reencuentro entre el inspirador de un sonido, Taj Majal, y
el precursor de un subgénero de rock en Stateboro
Blues; la fantástica interpretación al alimón entre Jackson Browne y Gregg
de ese fragmento musical lleno de meláncolia titulado Melissa o la ejecución precisa de Warren Haynes en la mítica Come and Go Blues, dejando constancia
del feeling inconmensurable del que está dotado el guitarrista de Carolina del
Norte.
Seguro
que, por lo comentado, han quedado claras mis preferencias a nivel de staff; pero a la vista de las múltiples
versiones de este álbum y aunque los cds sean siempre una buena elección,
recomiendo sobre todo los audiovisuales para mayor satisfacción, pues creo que
dan cuenta de una manera más completa de la envergadura del evento.
Ojalá
se pudiese abrir una ventana en el tiempo para poder saborear en directo
aquellos días de marzo de 1971, en el Fillmore East, en los que se gestó una
leyenda que, en cierto modo, en este álbum también se celebra; aunque tenemos
que estar satisfechos, escuchando este trabajo, de celebrar la recuperación de un músico que seguramente en un futuro próximo nos continuará deparando gratificantes
sorpresas.
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