enero 03, 2013

Big Moon Ritual/The Magic Door.

Cuando abordo por primera vez un álbum, me gusta, tras la primera escucha, dejarlo reposar unos días para después volver sobre ‘sus pasos’ y valorar si las primeras sensaciones se reafirman o difuminan. Costumbres frikis aparte, creo que a cada disco hay que darle su tiempo para llegar a apreciarlo e intentar no caer en el error de utilizar la música, ese bien cultural a veces tan poco preciado, como un producto de consumo. Aún así, muchas veces soy presa de las primeras impresiones y no es hasta un tiempo después cuando caigo en la cuenta de que lo que había archivado merece sonar intensamente.

Un poco de esto es lo que me ha ocurrido con el duplo discográfico de Chris Robinson y compañía, Big Moon Ritual/The Magic Door, cuyo contenido domina, ahora, en las ondas musicales que me acompañan a diario.

En el primer abordaje a Big Moon Ritual quizás esperé escuchar algo sonoramente más próximo al repertorio del tándem compositivo de los Robinson Brothers y aunque la primera sensación no fue demasiado favorable para seguir perseverando en la escucha, seguramente alentada por el mal sabor que me causó el último trabajo en solitario de la otra mitad del referido tándem, Through A Crooked Sun, dejando atrás éstos condicionantes, he de reconocer que día a día ambos álbumes ganan enteros.

Siendo Big Moon Ritual el producto de un experimento ocasional (Chris Robinson Brotherhood), como ha reconocido el propio Chris, cuya objeto fundamental era la experimentación musical encaminada a rendir pleitesía a los sonidos del clásico tándem Weir/Hunter, las notas que emanan de cada tema dan plenamente en la diana, extendiendo los horizontes sonoros de éste disco y convirtiéndolo en un álbum que no se limita al mero tributo, sino que penetra a placer en los argumentos sonoros de la psicodélia, para, parafraseando las guitarras de Jerry Garcia o Bob Weir, ilustrar musicalmente estos tiempos tan aciagos. Fantásticas y evocadoras Tulsa Yesterday y Rosalee, y aunque éstas mismas o cada una de las restantes parezcan seguir los derroteros sónicos de los Dead Heads, temas como One Hundred Days Of Rain o Tomorrow Blues, dan cuenta del sello compositivo de Chris Robinson y  del poso que la música de los setenta ha dejado sobre él, de la misma forma que ha quedado evidenciado en su trabajo con los Black Crowes.

The Magic Door, va por derroteros musicales distintos, más cercanos a la línea musical y argumental de los últimos Crowes y para ello no hay más que pasar por Let’s Go Let’s Go Let’s Go o Someday Past de Sunset en los que la slide acaricia las guitarras de Neal Casal o Chris Robinson, o los guiños que con la versión de Appaloosa se hacen a Before The Frost o los que con Vibration & Light Suite se hacen a la música que predominaba en la Bahía de San Francisco allá por los setenta y/o al jam rock, de la misma época.

Aunque no formen parte del mismo conglomerado musical, Big Moon Ritual/The Magic Door, son uno a uno, una cara de la misma moneda, como el ying y el yang aglutinador de la personalidad compositiva y de las influencias con las que Chris Robinson ha escrito estrofas y estribillos durante este tiempo.

3 comentarios :

Mr. Gibson dijo...

A mí me cazaron pronto:
http://licerrock.blogspot.com.es/2012/11/the-chris-robinson-brotherhood-big-moon.html

ROCKLAND dijo...

De los dos prefiero The Magic Door. Lo digiero mucho mejor que el primer que sacó que tira mucho más de Grateful Dead, The Band o ABB.
Por cierto, The Black Crowes vuelven a girar este año.

Saludos.

Aurelio dijo...

Mr. Gibson: Buena entrada. Creo que no te tenía añadido entre mis sitios de obligada lectura, pero eso tiene remedio inmediato.

Rockland: Yo prefiero Big Moon Ritual, el sonido de las guitarras, esos solos tan amplios, tan étereos me saben tan 'ricos' como los que contiene el Europe '72 de los Grateful Dead.

Un abrazo.

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