Cuando
abordo por primera vez un álbum, me gusta, tras la primera escucha, dejarlo
reposar unos días para después volver sobre ‘sus pasos’ y valorar si las
primeras sensaciones se reafirman o difuminan. Costumbres frikis aparte, creo
que a cada disco hay que darle su tiempo para llegar a apreciarlo e intentar no
caer en el error de utilizar la música, ese bien cultural a veces tan poco
preciado, como un producto de consumo. Aún así, muchas veces soy presa de las
primeras impresiones y no es hasta un tiempo después cuando caigo en la cuenta
de que lo que había archivado merece sonar intensamente.
Un
poco de esto es lo que me ha ocurrido con el duplo discográfico de Chris
Robinson y compañía, Big Moon Ritual/The Magic Door, cuyo contenido domina,
ahora, en las ondas musicales que me acompañan a diario.

Siendo
Big Moon Ritual el producto de un experimento ocasional (Chris Robinson
Brotherhood), como ha reconocido el propio Chris, cuya objeto fundamental era
la experimentación musical encaminada a rendir pleitesía a los sonidos del
clásico tándem Weir/Hunter, las notas que emanan de cada tema dan plenamente en
la diana, extendiendo los horizontes sonoros de éste disco y convirtiéndolo en
un álbum que no se limita al mero tributo, sino que penetra a placer en los
argumentos sonoros de la psicodélia, para, parafraseando las guitarras de Jerry
Garcia o Bob Weir, ilustrar musicalmente estos tiempos tan aciagos. Fantásticas
y evocadoras Tulsa Yesterday y Rosalee, y aunque éstas mismas o cada una de las
restantes parezcan seguir los derroteros sónicos de los Dead Heads, temas como
One Hundred Days Of Rain o Tomorrow Blues, dan cuenta del sello compositivo de
Chris Robinson y del poso que la música
de los setenta ha dejado sobre él, de la misma forma que ha quedado evidenciado en su trabajo con los Black
Crowes.
The
Magic Door, va por derroteros musicales distintos, más cercanos a la línea
musical y argumental de los últimos Crowes y para ello no hay más que pasar por
Let’s Go Let’s Go Let’s Go o Someday Past de Sunset en los que la slide
acaricia las guitarras de Neal Casal o Chris Robinson, o los guiños que con la
versión de Appaloosa se hacen a Before The Frost o los que con Vibration &
Light Suite se hacen a la música que predominaba en la Bahía de San Francisco allá por los setenta y/o al jam rock, de la misma época.
Aunque
no formen parte del mismo conglomerado musical, Big Moon Ritual/The Magic Door,
son uno a uno, una cara de la misma moneda, como el ying y el yang aglutinador de
la personalidad compositiva y de las influencias con las que Chris Robinson ha
escrito estrofas y estribillos durante este tiempo.
3 comentarios :
A mí me cazaron pronto:
http://licerrock.blogspot.com.es/2012/11/the-chris-robinson-brotherhood-big-moon.html
De los dos prefiero The Magic Door. Lo digiero mucho mejor que el primer que sacó que tira mucho más de Grateful Dead, The Band o ABB.
Por cierto, The Black Crowes vuelven a girar este año.
Saludos.
Mr. Gibson: Buena entrada. Creo que no te tenía añadido entre mis sitios de obligada lectura, pero eso tiene remedio inmediato.
Rockland: Yo prefiero Big Moon Ritual, el sonido de las guitarras, esos solos tan amplios, tan étereos me saben tan 'ricos' como los que contiene el Europe '72 de los Grateful Dead.
Un abrazo.
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