Tengo estos barrotes de Luisianaque me tienen encadenado de por vida,tengo una deuda de 99 años por disparar a mi mujer…
Basta
con escuchar la primera estrofa de Lousiana Stripes para conocer cual es la
imaginería general de los textos sobre los que se construye la música de Sheldon
Hank Williams. Si quisiésemos establecer una relación a nivel comparativo
dentro de la estirpe de los Williams, para situar a Hank III, podríamos decir que
su música recoge fielmente la esencia tradicional americana, aspecto éste que
nadie representa mejor que su abuelo, Hank Williams (a secas); si bien la temática
de sus canciones está más próxima a la esencia del rock and roll, mejor
representada por su padre, Hank Williams Jr.
No
se si otros hubiesen elegido para entrar a fondo en la obra e idiosincrasia de
Hank III Straight to Hell , habiendo en su discografía otras piezas quizás más
notables o mayores como Ghost to Ghost o Risin’ Outlaw, aunque, por lo que a mi
respecta, creo que la elección que he tomado ha sido la apropiada, y así lo
demuestra el no poder ‘descolgarme’ de pincharlo una y otra vez.
El
corte tradicional del country rock que emana de todos y cada uno de los temás
del álbum engancha desde el primer medley, Satan Is Real/Straight to Hell en el que el
clásico de
los Louvin Brothers sirve de apertura a un torbellino de guitarras, violines,
dobros y steel guitars, que solo iguala en intensidad al de Dick in Dixie.
Historias truculentas sobre mujeres, drogas y alcohol en My Drinkin’ Problem o
sobre famosas estirpes de antisociales bailarines en D. Ray White (the dancing outlaw),
o preciosas melodías que sirven para envestir por falta de autenticidad contra
Kid Rock en Not Everybody Like Us; son el hilo narrativo por el que discurre el
primer disco de los dos que componen el álbum.
El
segundo álbum se abre con la fantástica Louisiana Stripes, en la que voz de
ventrílocuo de Sheldon se acompaña exclusivamente de guitarra acústica (lo cual
es la tónica general de éste segundo cd) y sigue con un tema oculto compuesto por un coctel de
sonidos de voces hiporevolucionadas, trenes en marcha o arroyos apacibles, entre los que se insertan temas del propio Hank III, con alguno de
su abuelo como I Could Never Be Ashamed of You o de
Wayne Hancock como Take My Pain.
No
se cual será mi siguiente paso en el country actual, pero lo que si tengo claro
es que Straight to Hell es uno de los álbumes contenedores de ese sonido que
más me ha gustado en lo que llevamos de año, y que, por momentos, favorece que
crezca mi interés en disfrutar del directo de Hank III, añadiéndose así a mi
lista de alicientes de la sesión de cierre del Azkena Rock Festival.
1 comentarios :
Este es uno de los bolos que mas ganas tengo de disfrutar en Mendizabala este año.
Saludos.
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