Aunque
he leído alguna reseña que otra en estos últimos meses, creo que los tres de
Grimsby nunca han sido demasiado apreciados y defendidos por estos lares.
Quizás se les pueda acusar justamente de ser un tanto efectistas, de aprovechar
los gags patentados por los clásicos –el viejo truco de Jimmy Page de tocar su
guitarra en afinación abierta con el arco de una viola, por ejemplo- para dar
un cierto toque visual que contribuya a afianzar más los lazos de su música con
la de las bandas británicas de finales de los sesenta y setenta.
Hasta
yo, que siempre he roto una lanza en su favor –siempre les he apreciado porque
creo que con su música han sido capaces de revisitar con sabia propia los
sonidos de rock setentero-, ya empezaba a sentirme un poco cansado del mismo
show una vez tras otra; quizás estaba esperando un toque de efecto que
supusiese un nuevo aliciente para disfrutar de su música, de sus conciertos; un
aire nuevo que hiciese un paréntesis con respecto al ‘viejo’ repertorio y que
me hiciese sentir que se había roto ese halo de continuidad que aprecio tanto
en A Million Dead Stars como en The Third Floor. Y tras escuchar Control, creo que se ha conseguido.
Me
gustaría que el sonido de éste, su cuarto álbum de estudio, transcienda los
límites del soporte enlatado y que el cambio operado fruto de la nueva
orientación en la producción -aquí y ahora en manos de Toby Jepson y Stephen
Harris- forme parte de la nueva sustancia que fluye a través de la música de
The Brew en Control. Aunque los
elementos que caracterizan el sonido de la banda británica siguen presentes (el
fuzz, el wah-wah y la distorsión) un pulimento especial ha sido pasado sobre el
sonido, entre el que han salido a relucir ciertos elementos que permanecían un
tanto ocultos entre el amasijo de watios.
La
línea de bajo brilla en un contexto melódico y rítmico distintivo desde la
apertura en Repeat, los riffs
rotundos y oscuros relucen como el azabache en Eject, dónde las ondas sabbathianas se funden con las zeppelinianas
en un brebaje de sonidos entre los
que Jason Barwick sigue mostrando su calidad como solista para construir
escalas. Las frases brillantes se mezclan e intercalan con hilarantes melodías
de bajo a través de Shuffle o Skip, mientras Stop retoma -con el sabor rítmico de la acústicas- la vertiente
folkie omnipresente en el rock británico de la época dorada, cuya paleta de
colores utilizó en ocasiones Jimmy Page para dar una nueva dimensión al
repertorio potente de los Zep, en temas como Bron-Y-Aur-Stomp.
Aún
disfrutando con la intensidad del ‘menú de reproducción’, al que alegóricamente
hacen referencia los temas contenidos en Control,
sigo manteniéndome a la expectativa, esperando que en mi próximo avistamiento
en vivo del trio británico la diversión de ahora no se convierta en un
espejismo que se diluye.
Mientras
tanto esperaré pacientemente deleitándome con Control.
4 comentarios :
Los Cream del siglo XXI, caballero. Me parece una de las mejores bandas de la actualidad, y creo que Control lo demuestra. Necesitamos más bandas así.
Un abrazo.
Pues yo les perdí un poco la pista estos dos últimos años. En directo me gustaron mucho, pero creo que en estudio fallan un poco. Quizás les vuelvo dar la oportunidad con este "Control".
Saludos!
Igual les doy otra oportunidad aunque nunca han terminado de llegarme, no se porque, en directo mejoran...
Abrazo.
Me engancharon la primera vez que les ví en directo y les he ido siguiendo, aunque en el último show -el pasado invierno, cuando presentaron su álbum en directo- me aburrí un poco con el espectáculo y el repertorio. Ahora parecen sonar vientos de cambio y un cierto aire nuevo, que esperemos que se trasladen también al espectáculo del directo.
Gracias chicos por pasar por aquí y opinar.
Un abrazo.
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