marzo 20, 2014

Redundando en Like Swimming.

Siempre me resultó y todavía me resulta difícil colocar una etiqueta, de las tantas que tenemos a nuestra disposición, para intentar definir el territorio musical en el que se movía esta fantástica e innovadora banda bostoniana; aunque tampoco creo que ello sea imprescindible pues al escuchar su música caes en la cuenta de que Morphine, su nombre, sintetiza perfectamente cuales son las cualidades que forman parte del tejido musical de sus composiciones.

Tanto la poesía como el free-jazz y el rock and roll debían de estar entre la materia prima que un músico visionario como Mark Sandman usaba para la construcción de ritmos oscuros y melodías lisérgicas, utilizando un instrumento de naturaleza tan típicamente rítmica como el bajo –en el que las notas se ejecutaban con slide- para construir, junto a la batería, la urdimbre necesaria sobre la que los saxos, baritono y bajo fundamentalmente, tejían tapices multicolores.

Merece traer al presente un álbum como Like Swimming, pese a ser la penúltima colección de canciones que Dana Cooley, Mark Sandman y Billy Conway compilaran y quizás la última escusa que tuvieron para salir de gira por el mundo para intentar difundir la riqueza de su obra musical, pues poco después Sandman moriría repentinamente sin haber sido testigo de la publicación de su último trabajo en estudio, The Night, dejando yermo el espacio musical que en los noventa justamente habían ocupado; por ser éste su trabajo definitivo, en el sentido de que fue el que justamente les proporcionó el reconocimiento tan esperado y merecido, y, también, el culpable de que muchos quedásemos definitivamente encadenados a su música.

Los riffs, ritmos y solos de guitarra tan convencionales, típicos y tradicionales del rock and roll brillan por su ausencia en Morphine y, por supuesto, lo hacen con poca o nula significación en Like Swimming –y , bueno es decir que, para nada se echan en falta-, pasando a ser éste un elemento meramente circunstancial o casual en un conglomerado musical en el que siempre se apostó por los sonidos áridos y opacos llenos de reminiscencias y alusiones al jazz y el blues, en los que en ocasiones se aprecia un cierto toque étnico.

El bajo penetrante de la homónima, Like Swimming; el slide bass y el bass sax que se conjuran en un alegato anticonsumista, de inspiración lírica claramente beatnik, en Murder For The Money, las líneas melódicas al tenor de Colley en Empty Box o la intensidad y potencia de la ecléctica Eleven O’Clock; construyen la trama de un trabajo musical sin parangón (de comparación exclusiva con los de su propia especie –Morphine-), en el que la escucha con el potenciómetro del volumen a tope es una necesidad más que una opción.

Blues, jazz, rock and roll... que importa el género cuando te colocas ante un album tan disfrutable como éste...

2 comentarios :

KARLAM dijo...

¿Una banda de Rock sin guitarras? Sí, MORPHINE. Unicos en su especie. Qué tragica la pérdida de Mark Sandman, y pensar todo lo que podrían haber hecho después... Un GRUPAZO. Como introducción a neófitos con curiosidad yo recomendaría este documental:
http://vimeo.com/79650379

Saludos

Aurelio dijo...

Una banda olvidada, peculiar, pionera e inigualable, dónde las haya. Buen aporte, Karlam... con el eco de Like Swimming, lo estoy revisionando estos días...

Un abrazo.

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